diciembre 30, 2009

El "derecho" a la adopción de un "matrimonio" homosexual

Desde el principio, la humanidad ha buscado la manera de tener relaciones sexuales sin que haya concepción; el hombre, en su naturaleza caída, ha buscado el placer sin compromiso. Esta situación cobra una nueva dimensión cuando surge con la píldora anticonceptiva (hace casi 60 años) una forma sencilla y sin complicaciones para lograrlo. En ese momento el hombre encuentra la fórmula para desunir el plan de Dios: el acto sexual unitivo y procreador, unión indivisible.

Esta fórmula ha dado resultado y el hombre, eternamente inconforme, ahora quiere hijos pero sin sexo. El desarrollo tecnológico actual nos presenta innumerables posibilidades para tener un bebé. Siguen siendo necesarios un óvulo y un esperma, mas no un hombre y una mujer ya que estos -óvulos y espermas- se encuentran como en un mercado a disposición de quien los quiera, o bien los pueda pagar.

Esta situación legalmente respaldada ya se vive en muchas partes del mundo y ahora comenzará a vivirse en México, donde parejas homosexuales valiéndose de estas técnicas (o de la adopción tradicional), buscan tener hijos. Éstos ya no son casos aislados, son prácticas cada vez más utilizadas que nos obligan a la reflexión. ¿Quién ha preguntado a esos niños si quieren perder la oportunidad de tener un hogar con papá y mamá?

“Los niños necesitan un hogar seguro y con amor”; estamos totalmente de acuerdo con lo que dice Jeffery Parsons, psicólogo que vive en unión homosexual y es padre de un niño procreado con una de estas técnicas. Este comentario refleja la buena intención y honestidad que hay por parte de ellos.

Qué sencillo, amigable y hasta maravilloso se ve todo este mar de posibilidades cuando se ha desvirtuado el fundamento principal del matrimonio como la “comunión conyugal (que) hunde sus raíces en el complemento natural que existe entre el hombre y la mujer”. (Juan Pablo II. 1981, Familiaris Consortio).

Pero no debemos distraernos. Jugar con las palabras es envilecer la realidad.

Como dice Álvaro Fernández Texeira-Nunes que “Dicen los que saben, que el matrimonio, es como el café con leche. La leche con leche, es leche. Y el café con café, es café. Sólo la leche con café puede ser café con leche. Esa es la naturaleza del café con leche...” lo dice con la intención de enfatizar que un matrimonio en su esencia, será siempre entre un hombre y una mujer, todo lo demás podrá ser otra cosa, pero nunca matrimonio.

Por tanto son hombre y mujer los que forman el matrimonio y es precisamente esta complementariedad la que se hace justa y necesaria para los hijos. Las parejas homosexuales que buscan tener hijos, les están negando -de manera consciente- la esencia del amor materno o paterno según sea el caso.

Consideremos que hoy por hoy se hace cada vez más difícil educar a los hijos; de ahí se desprende la urgente necesidad de proporcionar las mejores condiciones para lograrlo, por esto, los modelos masculino y femenino en el hogar son fundamentales para su desarrollo psicológico y afectivo.

El matrimonio es un vínculo sagrado entre hombre y mujer fundado por Dios Creador, Él es el autor del matrimonio, pero ahora el hombre ya no quiere escuchar lo que Dios le dice y se ha formado sus propias normas basadas en el hedonismo, en el ahora. Su soberbia le hace pensar que tiene derecho a todo. En su necedad, es el mismo hombre –ciego- el que boicotea su propia felicidad.

Bien nos dice Juan Pablo II “En la base de los fenómenos negativos está muchas veces una corrupción de la idea y de la experiencia de la libertad concebida no como la capacidad de realizar la verdad del proyecto de Dios sobre el matrimonio y familia, sino como una fuerza autónoma de autoafirmación, no raramente contra los demás, en orden al propio bienestar egoísta".

Maruka Sada, Karla Silva, Xiomara Mendoza.

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